Reportaje Cen Con C

Hace cuatro años Meri, la madre de Lucía, se apuntó como donante de médula ósea sin saber que tiempo después sería su hija quien la iba a necesitar. Como ella misma relataba el pasado 5 de mayo en su cuenta de Instagram:

 No os podéis imaginar lo que esto significa para mí…Si ya me resultó algo grande en su día poder dar vida a alguien que no conozco, el tener el poder de curar a Lucía y darle vida de nuevo no tiene palabras…es emocionante, es algo grandioso, es maravilloso….

Estoy a tope de células madre y la aféresis ha ido de maravilla, al mismo tiempo que salía sangre de mis venas salía Poder… Energía…. Fuerza para acabar con cualquier bicho que se ponga por delante…..

Mañana por la tarde es el trasplante… ¡¡¡POR FIN!!

Sigo creyendo que todo es CAUSAL en esta vida y no “casual”, por eso, si ya “flipé” en su día en cómo la vida me llevó hasta Meri; no creo que hoy 13 de mayo, Día del Niño Hospitalizado, haya sido la fecha elegida por “casualidad” para presentar el libro Cuentos para contar con mascarilla escrito por l@s compañer@s de Lucía para colaborar con la Fundación Cris contra el Cáncer.

Mientras Lucía seguía hospitalizada, Meri (que hoy no tenía turno en el hospi) y yo hemos quedado delante de la puerta del CEIP Gonzalo Fernández de Córdoba para, por fin, conocernos en persona. Después de casi ocho meses comunicándonos vía móvil ya tocaba tocarnos y abrazarnos. En realidad ha sido como quedar con una amiga que no veía desde hace tiempo (vamos, lo normal en tiempos de pandemia). Es curioso cómo te puede llevar toda una vida conectar con personas muy allegadas a ti (y a veces ni con una vida te llega) y, sin embargo, en cuestión de cinco minutos de charla con alguien desconocido, sentir una conexión especial que solo crece con el tiempo.

Para nuestra sorpresa y deleite hoy las tres clases de 5 años nos aguardaban vestidos de chulapos y chulapas.

Aunque “pa chula” Meri, que se ha marcado una explicación sobre las células madre y la médula ósea con bolas y pelotitas de colores que nos ha dejado a todos con la boca abierta.

Y eso que lo tenía complicado! Pues, antes de su explicación, nuestros amigos el pirata Garrapata y el Cocodrilo Danilo, como en su día por protocolo Covid no pudieron estar presentes, habían estado acaparando la atención de nuestro público infantil.

Pero ni por ésas ha decaído su interés. L@s niñ@s y no tan niñ@s hemos escuchado sin apenas parpadear cómo Meri contaba que, tras vaciar la médula ósea de Lucía de todo (de lo malo y de lo bueno)…

…se iba a volver a llenar de células madre que ella misma había donado para que Lucía se curara.

¿Qué hace especial a este libro?

  • Que los tres cuentos de las tres clases están dedicados a Lucía, en particular el de la clase de Lucía donde, como nos contaba esta mañana su profe María José, tiene una silla reservada

  • Que contiene un precioso cuento titulado Lazos imaginarios escrito por Meri e ilustrado por Lucía y Mateo:

  • Y que este cuento viene precedido por unas palabras de Meri y de Edu (el papá de Mateo) de las cuales os regalo algunas de ellas.

Meri:

Dentro de poco hará un año que nuestra vida cambió para siempre. Un año en el que los esquemas se rompieron.

Pero al mismo tiempo que tu vida se para ese día, comienzan otras muchas cosas. Comienza una lucha constante, en la que te acompaña un montón de gente. Muchos ya conocidos, son tus amigos y tu familia, pero otros tantos los vas a conocer durante el proceso y se convierten en “más que familia”.

Se convierten, como dice el cuento, en un lazo imaginario, ese lazo que ahora nosotros queremos llevar a otros padres.

Este cuento está hecho para superhéroes. En especial está dedicado, por supuesto, a mi hija Lucía y a todos sus compañeros que están en ello y siguen luchando día a día. Y, por supuesto, un recuerdo muy especial, con todo mi amor, a los que por desgracia se quedaron en el camino.

Conocí la existencia de Cris contra el cáncer gracias a Edu, el papá de Mateo, integrante de nuestra “más que familia”.

Edu:

Hay cosas que nos cambia para siempre y nos dejan cicatrices. Dicen los japoneses que esas cicatrices, como el arte de la reparación con polvo de oro de un precioso jarrón, nos recuerdan el proceso del cambio vivido. ‘Kintsugi’, lo llaman. Y observar esa fina capa dorada ayuda a valorar las pequeñas grandes victorias del día a día que damos siempre por sentado, hasta que el tsunami del cáncer destroza tu jarrón más valioso: la vida de un hijo.

Intentas recomponer las piezas del jarrón roto encomendándote a los sabios médicos y valoras más que nunca la importancia de la investigación. “Los cuentos de hadas no cuentan a los niños que los dragones existen, eso ya lo saben. Lo que cuentan es que se les puede vencer” escribía Chesterton. Y al cáncer se le vence con investigación.

Esas cicatrices doradas te muestran tu ikigai, tu razón de ser, tu motivación. El mío es ayudar a acabar con el cáncer infantil siendo un padre afortunado porque su hijo pudo superar un cáncer complicadísimo. Y en memoria de quienes no pudieron contarlo y para que otros puedan superarlo, seguimos. No sé si con polvo dorado o con un lazo dorado imaginario como dice Meri, mamá de Super Lucía. Pero sí con un deseo: ganar al cáncer. Juntos.

Mi relación con CRIS viene por el médico que curó a Mateo. Ayudamos a recaudar fondos para una nueva línea de investigación, el Proyecto Mateo, que lidera él sobre la extraña leucemia que superó Mateo.

 

En un día como el de hoy en el que se rinde homenaje a tod@s los niñ@s hospitalizado@s del mundo nuestro mayor deseo es, como cuenta Mariano padre de Pablo y fundador de la APU (Asociación Pablo Ugarte) en su carta de presentación que podéis leer en su web: dejar en el paro a los médicos oncólogos.